Los cambios bruscos te pegan un sacudón, es como un cachetazo que te obliga a despertar, a reflexionar. Podemos darnos el permiso de llorar, pero la vida sigue y debemos adaptarnos al cambio. Con el tiempo nos daremos cuenta que aquél golpe no fué tan brutal como nos había parecido y que podemos ser felices a pesar de las circunstancias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario